Poder llegir relats d'estes dimensions em fa adonar de l'afortunat que sóc.
La meva més sincera admiració per tots els invidents que lluiteu pels vostres somnis.
Aquesta es l'historia de Ricardo de Pedreza.
CAPITULO 1. ¿CÓMO Y POR QUÉ EMPECÉ A CORRER?
CAPITULO 2. APRENDIENDO A VER SIN LOS OJOS
CAPITULO 3. MIS PRIMERAS CARRERAS Y EL SUEÑO
CAPITULO 4. LA COMPETICIÓN: SENSACIONES Y METAS
CAPITULO 5. LA ÚLTIMA GRAN AVENTURA
INTRODUCCIÓN
Buenos días:
Me gustaría agradecer a la organización su invitación para participar en la clausura de este XI Simposio sobre Maratón y Carreras de Fondo, en el que se han dado cita algunos de los mejores del mundo del atletismo. Para mí es un gran honor encontrarme entre todos ustedes.
Fue una gran sorpresa que se quisiese contar conmigo para clausurar este Simposio pues llevo muy poco tiempo en el mundo del atletismo y no considero tener méritos suficientes como para verme aquí. Finalmente, me animé a hacerlo, no por mis logros, sino por sí alguien puede verse reflejado en mi situación y le sirve como experiencia de superación personal.
Me gustaría explicarles qué significa para mí la carrera y como, de alguna manera, mi vida se ha visto ligada a ella.
CAPITULO 1. ¿CÓMO Y POR QUÉ EMPECÉ A CORRER?
De pequeño tenía un profesor que siempre estaba haciéndonos dar vueltas al colegio, que tendría un perímetro de unos cuatrocientos o quinientos metros, era algo que le encantaba, incluso a veces teníamos que darlas en cuclillas, y eso me horrorizaba pues yo tendría unos ocho años y era, más bien, rellenito. Don Alfredo, se llamaba aquel buen hombre, que sin duda era aficionado al fondo pues de sus manos salieron grandes corredores, entre ellos, el que hoy es mi guía: Juanan.
El caso es que yo daba vueltas y mis piernas no eran capaces de ir más deprisa y cuando lo intentaba me faltaba el oxígeno, de manera que no me veía como corredor ni por asomo. Pero parece que algo quedó en mi interior del bueno de Don Alfredo pues, con el tiempo, encontré en la carrera una forma de escape y de evasión que no encontraba en ningún otro lugar.
Fue A LOS TREINTA Y CUATRO AÑOS cuando empecé a rodar los fines de semana, aunque realmente es hace poco tiempo cuando lo hice con un grupo de corredores de maratón y ellos fueron los que me dieron a probar de esa droga maravillosa que es la filosofía del maratón. Se trata del grupo SALVAJE de Talavera de la Reina. Sois salvajes ¿por qué?, le pregunté a uno de ellos. Pronto recibí la respuesta en forma de una paliza de 25 Km., sin piedad y sin beber ni un sólo trago de agua en todo el camino. Llegué con esguince de tobillo y perdido por las laderas de la PRESA DE LA PORTIÑA, que es una zona muy bonita cerca de Talavera. Su FORMA DE RECUPERARSE DE AQUELLA PALIZA no me dejó lugar a dudas respecto de su nombre: a la llegada me esperaban dos morcillas y una caja de botellines de Mahou para ir estirando y rehidratándonos, antes de tomarnos el debido café en el bar de turno.
En fin, así empecé a llevar un plan de entrenamiento y hacer series y cuestas y todo eso…
El caso es, que poco a poco, vi que esto de la carrera no se me daba mal, en PLAN POPULAR, y me lo fui tomando más en serio y esforzándome por bajar marcas personales, como cualquier otro aficionado al que le gusta participar en carreras populares.
Empecé con el grupo en el 2005 y a finales de febrero hice un buen maratón en Sevilla, acercándome a las tres horas y un 5.000 m. en tiempos muy buenos para un popular como yo, eso fue para mi una gran satisfacción.
Ese mismo año, el destino me tenía reservado algo con lo que yo no contaba: era un DÍA LLUVIOSO, DE UNA LLUVIA MUY FINA DEL MES DE MAYO, EL CAMPO ESTABA VERDE , DE UN VERDE MUY INTENSO Y LE ACOMPAÑABAN UNA INFINIDAD DE TONOS PAJIZOS, OCRES BELLÍSIMOS Y UN AZUL NUBLADO QUE QUITABA EL SENTIDO, TONOS GRISES PERLA Y GRISES MÁS PRONUCIADOS Y DE FORMA ESPECTACULAR SE COLABAN ALGUNOS RAYOS DE SOL ENTRE LOS CLAROSCUROS DE AQUEL CIELO TAN HERMOSO. EL PERFUME PRIMAVERAL LLENABA MIS PULMONES DE VIDA Y EL MP4 HACÍA QUE MI CARRERA SE FUESE ACELERANDO CADA VEZ MÁS POR AQUIELLOS IDÍLICOS PARAJES.
De repente, me encontré con una balsa de agua que se me antojó algo grande para saltar, pero las endorfinas que había generado en esos cuarenta minutos de rodaje hicieron que tomase carrerilla y volase por encima de aquel pequeño gran charco. A la mitad de mi salto, ese sol tan bello se tornó en trágico y me cegó de tal manera que no vi un cable de alta tensión que cruzaba en la meseta de mi llegada y, haciéndome tropezar en el mismo vuelo, fui a parar contra una de esas torres de alta tensión de hormigón. Mi cabeza hizo el resto y funcionó a la perfección como freno. Enseguida el chichón era tan grande como la mitad de mi cabeza, yo me sujeté con una mano y eché acorrer hacia una residencia de ancianos donde me curaron. En dos semanas la retina se me despegó por la parte de entre las tres y las nueve horas de la esfera de un
reloj. Al mes siguiente justo por el otro lado. Al siguiente de doce a seis y por último la cornea y ceguera total.
Pero, como dice el refranero español, NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA…
CAPITULO 2. APRENDIENDO A VER SIN LOS OJOS
Como decía anteriormente, NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. Y es que realmente en mi caso es así: empecé a valorar otro tipo de cosas y a ver a la gente que me rodeaba de otra manera. Estamos acostumbrados a prejuzgar los demás por su aspecto o por el exterior, de manera que a veces erramos en un alto porcentaje de veces y con el tiempo nos damos cuenta de que una persona no es lo que parece. Pues bien, al quedarme ciego, aprendí a mirar a las personas con el corazón y con ese… no se falla.
Poco a poco fui armándome de paciencia, virtud de la que carecía pues yo era una de esas personas que siempre van a la carrera, sin tiempo para nada, es decir, sin tiempo para valorar precisamente eso: el tiempo. Tiempo que pasa y no apreciamos, vida bella que se nos va por no contemplarla en su grandeza y totalidad, tiempo perdido en el vacío existencial de algo como mejor situación social, dinero, casa, coche… y así vamos perdiendo todo eso que se nos ofrece diariamente con solo abrir los ojos con cada amanecer: un paisaje, una fragancia, el despertar de las flores en primavera… En definitiva, llegué a la conclusión de que la mayoría de nosotros no sabemos vivir.
Perder un sentido, en mi caso, ha sido ganar otros muchos. Tuve que cambiar algunas cosas en esa hoja de ruta que nos planteamos en la vida y adaptar la mayoría a las nuevas disposiciones que se me avecinaban. No fue tan difícil, quizás por las herramientas que tenía a mi favor. La familia, los amigos, la voluntad, las ganas y el esfuerzo hacen el resto.
Bueno…, por supuesto que tenía claro cual era un pilar fundamental en esta tarea: LA CARRERA.
Una de mis preocupaciones principales era cuando me iba a dejar correr el médico y eso que tenía los puntos recientes. Me moría por correr. Yo sabía que correr me daría esa fuerza para afrontar los retos que tenía por delante. Necesitaba generar esas endorfinas cuanto antes.
Lo primero que hice fue buscar por internet una buena máquina de correr, todo al mismo tiempo que aprendía a manejar mi ordenador con el programa de voz. Al principio no me dejaban solo ni para ducharme, se creían que me caería o me rompería cualquier cosa; en cierto modo llevaban razón porque me daba muchísimos golpes .
Me compré la cinta de correr y algunos pensaban que no la llegaría a usar. Claro que a cabezón no me gana nadie…
Los comienzos fueron durísimos. Tenía que estar muy concentrado, pues una de las primeras cosas que ocurren al quedarte ciego es que te mareas muchísimo y no vas recto nunca. Hay que ser una especie de murciélago y usar los oídos para centrarte. No era capaz de correr ni a siete minutos el km. “Con tesón y fuerza de voluntad se consigue todo”, me decía una y otra vez .
Así fue hasta que conseguí correr con el mp3 en los oídos.
CAPITULO 3. MIS PRIMERAS CARRERAS Y EL SUEÑO
Cuando el médico me dejó correr -¡ah no!, que no me dejaba aún- empecé a salir a correr de nuevo con el grupo Salvaje y la figura de Luis, tuvo mucho que ver pues se ofreció para llevarme de guía, sin tener ni idea de como hacerlo y con una gran valentía por parte de los dos.
Un poco antes de empezar a correr, recibí una visita inesperada en mi casa, organizada por Javi, del Bikila Toledo. Se trataba del gran JULIO REY , que llegaba de batir el record de España de Maratón en Hamburgo . Yo no le conocía de nada , pero le admiraba y eso lo sabía mi gran amigo Javi. Vino a verme para darme ánimos. ¡El tío acababa de llegar de Hamburgo! y en vez de acudir a los medios de comunicación lo que hace es coger el coche, hacerse cien kilómetros y visitar a un chico que se acaba de quedar ciego. ¡Que grande eres Julio y que grande es este deporte!
Bueno…, como me sentaría la visita que ya nos estábamos inscribiendo el Maratón de Roma sin haber empezado a entrenar.
Luis y yo aprendimos juntos a ser guía y ser guiado. Lo mejor es que algunos fines de semana ya salía a correr en el exterior de mi cuarto donde tenía la máquina y para mi eso era fantástico, aunque muy duro.
Mi primera media maratón fue la de Getafe. 21.195 metros que se me hicieron eternos desde el primer kilómetro. Me mareaba en las rotondas, era increíble, aunque guardo un recuerdo muy bonito y que me impresionó sobremanera: de pronto, ENTRAMOS EN UNA CALLE PEATONAL UN GRUPO DE UNOS VEINTE CORREDORES QUE MARCHÁBAMOS AL UNÍSONO, ERA UNA MAÑANA FRÍA DE ESAS DEL MES DE FEBRERO MADRILEÑO Y LLOVIZNABA. LA MUSICALIDAD QUE SE DIO EN ESA CALLE CON EL PISAR DE VEINTE PARES DE ZAPATILLAS AL MISMO TIEMPO, LAS RESPIRACIONES DE LOS CORREDORES Y EL SONIDO DE LAS GOTAS EN LOS
CHARCOS YA FORMADOS ERAN UN CONJUNTO DE FENÓMENOS QUE PERCIBÍ POR PRIMERA VEZ Y FUE MARAVILLOSO.
Aquí es cuando me di cuenta de las otras formas de ver la carrera: no todo era sufrimiento, es decir, cuando vas corriendo tus ojos se distraen con el paisaje, el colorido de las calles, los colores de los corredores… Cuando no ves has de encontrar todo esto para que la carrera no se te haga tan larga y tener ese aliciente que te falta.
Hasta aquí todo parecía ir bien, ya sabía correr sin ver, pero me faltaba algo muy importante para mi: LA COMPETICIÓN.
CAPÍTULO 4. LA COMPETICIÓN: SENSACIONES Y METAS
Un día estaba sentado en el tresillo del salón de mi casa viendo las paralimpiadas de Pekín, que debieron ser espectaculares, me dije “yo puedo estar ahí”. Yo aún corría sin objetivos, el caso era disfrutar de este deporte o, por decirlo de otro modo, quitarme el “ mono”. Como ya había decidido que quería estar en Londres 2012 y mi guía ya no me podía acompañar, pensé que si me quería dedicar a esto tendría que entrenar mucho y además buscarme un buen guía. ¿Quién iba a servirme de guía y se iba a prestar a tal locura?
Se me metió en la cabeza que antes de decírselo a nadie yo tendría que dar la talla de alguna manera y no se me ocurrió otra cosa que prepararme por mi cuenta la media maratón de mi ciudad, Talavera de la Reina. Mucho esfuerzo me costó empezar a hacer series y toda la metodología que lleva entrenar para una marca decente, que en mi caso se trataba de comprobar si era capaz de volver ha realizar mis marcas anteriores. Comprobé enseguida que sí era posible intentarlo y empecé a pensar en un guía de calidad que se atreviese a tal aventura.
Yo siempre he admirado a un gran corredor de mi ciudad con el que además fui al colegio. Aunque no teníamos contacto desde hacía años era conocedor de su buen corazón y de eso me aproveché. Contacté con él, le propuse ser mi guía y le hablé de ir a Campeonatos de España para probarnos. Por mi parte le prometí esforzarme al máximo ya que para mi era un honor tener un guía de tanta calidad. Juan Antonio Araujo, se llama esta excelente persona.
Corrimos la media maratón de Talavera y la terminamos en una hora y veinticuatro minutos. La verdad es que fue un éxito, pues él estaba muerto de miedo por si nos caíamos.
Juanan me hace dar siempre un poquito más de mí. Él conoce a la perfección hasta dónde puedo llegar y me revienta en cada entrenamiento, pero siempre con conocimiento de causa. A él le debo gran parte del éxito conseguido en los Europeos y en todos los campeonatos a los que hemos acudido.
Juanan me puso en contacto con el que hoy es mi entrenador:
David Rodriguez García. Los dos, junto con la otra persona que se encarga de mi salud, Javier Núñez, SON LOS ENCARGADOS DE QUE LAS COSAS VAYAN SALIENDO POCO A POCO.
Pronto empecé a saber en el lío en que me había metido: nunca había entrenado así y es que el deporte de alta competición es muy exigente, incluso hasta la extenuación.
Correr para competir estando ciego es distinto totalmente que para alguien que ve y no sólo por la parte fisiológica, que es evidente, sino más bien por la psicológica. Trataré de explicarme:
Antes cuando corría alguna carrera popular siempre lo hacía con el objetivo de intentar mejorar las marcas y para ello me servía de referencia primero el GPS para saber a cuanto marchaba el kilómetro, luego usaba lo típico en carrera: ahora voy a por el del polo rojo, o bien, voy a ver si cojo a aquel grupo que parece que marcha a buen ritmo. De esta manera vas ganando posiciones, la carrera se te va haciendo más amena y cuando te das cuenta llegas a meta. Estando ciego eso no te ayuda mucho pues pierdes las referencias visuales y debes emplear otras técnicas que vas pillando poco a poco. Por ejemplo, visualizar a los demás corredores mentalmente incluso poniéndoles cara, color de piel, traje y todos los detalles que se puedan imaginar. Escuchas su respiración y sabes como van, ves sus caras de sufrimiento incluso con el sonar de sus pisadas. Analizas incluso al propio guía y sabes qué tal anda y, en mi caso, es evidente que la respuesta es casi siempre la misma: va sobradísimo, si no es así es que se ha lesionado o algo no va bien.
Cuando corro en mi cinta, me imagino corriendo por todos los lugares que lo hice antes, equiparo las distancias en minutos a los metros que tenía. Por ejemplo, si volvía para casa y faltaban tres kilómetros, lo paso a tiempo, según al ritmo en que vaya, es decir, acabo de pasar por el chopo del canal, me quedan dos kilómetros y ya estoy viendo el cruce de la carretera de San Román, “venga, venga, sube el ritmo que lo tienes hecho”.Es increíble, pero en mi realidad virtual, veo como va pasando todo más rápidamente, la sensación del sudor sobre mi frente y esa ráfaga de viento que a veces se cuela por las rendijas de mi ventana me van dando la sensación de velocidad, al mismo tiempo que con el dedo índice le voy dando a la tecla de subir la velocidad. Muchas veces me lo paso bomba, aunque otras muchas sufro muchísimo.
Me encanta correr, no se vivir sin eso, me emociono corriendo, de tal manera que a veces se me caen las lágrimas de felicidad, se me ponen los pelos de punta y cuando esto pasa es una explosión de alegría indescriptible. Creo que esto sólo podemos apreciarlo todos los que corremos.
CAPÍTULO 5. LA ÚLTIMA GRAN AVENTURA
Este año ha sido tremendamente gratificante. A través de la Fundación Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha, se me dio la oportunidad de poder asistir al Maratón del Sahara y formar parte junto con otros corredores con diferentes discapacidades Del grupo del RETO 2009. Tuvimos que prepararnos a conciencia, pues el Maratón del Sáhara es una de las pruebas más duras del mundo, por la temperatura, las tormentas de arena y sobre todo por la dificultad del terreno.
Para ello me estuve entrenando en una habitación de tres metros cuadrados con una temperatura media de veintinueve grados, que en la actualidad acabo de dejar, pues ahora entreno en el balcón de mi casa. La temperatura no era problema para mi, pero si el terreno. Con el fin de mejorar nuestra puesta a punto, fuimos a participar en el Cross de San Sebastián de los Reyes en pleno invierno. Aquel terreno parecía un patatal inundado y con los bordes llenos de nieve. Mejor imposible, pensamos… Fue muy divertido, patinazos, caídas amortiguadas por semipiscinas naturales, es decir charcos de barro. En fin, que pasamos un día muy divertido realmente.
La aventura del Sáhara, me brindó la posibilidad de formar parte del Club Paralímpico de Castilla la Mancha y claro está que para mi es un auténtico honor formar parte de tan gran institución. Sólo tengo palabras de agradecimiento, pues gracias a ellos he podido conseguir muchas cosas en muy poco tiempo. Una de las primeras cosas que hicieron por mi fue comprarme una cinta de correr más potente, pues la mía se me había quedado pequeña. La que tengo en la actualidad alcanza los 24 kilómetros/h. mientras que la otra no pasaba de 19, además ya me había cargado el motor de la mía y de la del gimnasio.
Gracias a los resultados que fuimos obteniendo, el seleccionador de atletismo de la Federación Española de Deportes para Ciegos nos llamó para participar en 3L Campeonato de Europa. No me lo podía creer, a los Europeos… Para nosotros era un premio muy grande, además de tener el honor de representar a tu país nada más y nada menos… ¡Esto si es una gran aventura!
Una carrera de sensaciones
La meva més sincera admiració per tots els invidents que lluiteu pels vostres somnis.
Aquesta es l'historia de Ricardo de Pedreza.
CAPITULO 1. ¿CÓMO Y POR QUÉ EMPECÉ A CORRER?
CAPITULO 2. APRENDIENDO A VER SIN LOS OJOS
CAPITULO 3. MIS PRIMERAS CARRERAS Y EL SUEÑO
CAPITULO 4. LA COMPETICIÓN: SENSACIONES Y METAS
CAPITULO 5. LA ÚLTIMA GRAN AVENTURA
INTRODUCCIÓN
Buenos días:
Me gustaría agradecer a la organización su invitación para participar en la clausura de este XI Simposio sobre Maratón y Carreras de Fondo, en el que se han dado cita algunos de los mejores del mundo del atletismo. Para mí es un gran honor encontrarme entre todos ustedes.
Fue una gran sorpresa que se quisiese contar conmigo para clausurar este Simposio pues llevo muy poco tiempo en el mundo del atletismo y no considero tener méritos suficientes como para verme aquí. Finalmente, me animé a hacerlo, no por mis logros, sino por sí alguien puede verse reflejado en mi situación y le sirve como experiencia de superación personal.
Me gustaría explicarles qué significa para mí la carrera y como, de alguna manera, mi vida se ha visto ligada a ella.
CAPITULO 1. ¿CÓMO Y POR QUÉ EMPECÉ A CORRER?
De pequeño tenía un profesor que siempre estaba haciéndonos dar vueltas al colegio, que tendría un perímetro de unos cuatrocientos o quinientos metros, era algo que le encantaba, incluso a veces teníamos que darlas en cuclillas, y eso me horrorizaba pues yo tendría unos ocho años y era, más bien, rellenito. Don Alfredo, se llamaba aquel buen hombre, que sin duda era aficionado al fondo pues de sus manos salieron grandes corredores, entre ellos, el que hoy es mi guía: Juanan.
El caso es que yo daba vueltas y mis piernas no eran capaces de ir más deprisa y cuando lo intentaba me faltaba el oxígeno, de manera que no me veía como corredor ni por asomo. Pero parece que algo quedó en mi interior del bueno de Don Alfredo pues, con el tiempo, encontré en la carrera una forma de escape y de evasión que no encontraba en ningún otro lugar.
Fue A LOS TREINTA Y CUATRO AÑOS cuando empecé a rodar los fines de semana, aunque realmente es hace poco tiempo cuando lo hice con un grupo de corredores de maratón y ellos fueron los que me dieron a probar de esa droga maravillosa que es la filosofía del maratón. Se trata del grupo SALVAJE de Talavera de la Reina. Sois salvajes ¿por qué?, le pregunté a uno de ellos. Pronto recibí la respuesta en forma de una paliza de 25 Km., sin piedad y sin beber ni un sólo trago de agua en todo el camino. Llegué con esguince de tobillo y perdido por las laderas de la PRESA DE LA PORTIÑA, que es una zona muy bonita cerca de Talavera. Su FORMA DE RECUPERARSE DE AQUELLA PALIZA no me dejó lugar a dudas respecto de su nombre: a la llegada me esperaban dos morcillas y una caja de botellines de Mahou para ir estirando y rehidratándonos, antes de tomarnos el debido café en el bar de turno.
En fin, así empecé a llevar un plan de entrenamiento y hacer series y cuestas y todo eso…
El caso es, que poco a poco, vi que esto de la carrera no se me daba mal, en PLAN POPULAR, y me lo fui tomando más en serio y esforzándome por bajar marcas personales, como cualquier otro aficionado al que le gusta participar en carreras populares.
Empecé con el grupo en el 2005 y a finales de febrero hice un buen maratón en Sevilla, acercándome a las tres horas y un 5.000 m. en tiempos muy buenos para un popular como yo, eso fue para mi una gran satisfacción.
Ese mismo año, el destino me tenía reservado algo con lo que yo no contaba: era un DÍA LLUVIOSO, DE UNA LLUVIA MUY FINA DEL MES DE MAYO, EL CAMPO ESTABA VERDE , DE UN VERDE MUY INTENSO Y LE ACOMPAÑABAN UNA INFINIDAD DE TONOS PAJIZOS, OCRES BELLÍSIMOS Y UN AZUL NUBLADO QUE QUITABA EL SENTIDO, TONOS GRISES PERLA Y GRISES MÁS PRONUCIADOS Y DE FORMA ESPECTACULAR SE COLABAN ALGUNOS RAYOS DE SOL ENTRE LOS CLAROSCUROS DE AQUEL CIELO TAN HERMOSO. EL PERFUME PRIMAVERAL LLENABA MIS PULMONES DE VIDA Y EL MP4 HACÍA QUE MI CARRERA SE FUESE ACELERANDO CADA VEZ MÁS POR AQUIELLOS IDÍLICOS PARAJES.
De repente, me encontré con una balsa de agua que se me antojó algo grande para saltar, pero las endorfinas que había generado en esos cuarenta minutos de rodaje hicieron que tomase carrerilla y volase por encima de aquel pequeño gran charco. A la mitad de mi salto, ese sol tan bello se tornó en trágico y me cegó de tal manera que no vi un cable de alta tensión que cruzaba en la meseta de mi llegada y, haciéndome tropezar en el mismo vuelo, fui a parar contra una de esas torres de alta tensión de hormigón. Mi cabeza hizo el resto y funcionó a la perfección como freno. Enseguida el chichón era tan grande como la mitad de mi cabeza, yo me sujeté con una mano y eché acorrer hacia una residencia de ancianos donde me curaron. En dos semanas la retina se me despegó por la parte de entre las tres y las nueve horas de la esfera de un
reloj. Al mes siguiente justo por el otro lado. Al siguiente de doce a seis y por último la cornea y ceguera total.
Pero, como dice el refranero español, NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA…
CAPITULO 2. APRENDIENDO A VER SIN LOS OJOS
Como decía anteriormente, NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. Y es que realmente en mi caso es así: empecé a valorar otro tipo de cosas y a ver a la gente que me rodeaba de otra manera. Estamos acostumbrados a prejuzgar los demás por su aspecto o por el exterior, de manera que a veces erramos en un alto porcentaje de veces y con el tiempo nos damos cuenta de que una persona no es lo que parece. Pues bien, al quedarme ciego, aprendí a mirar a las personas con el corazón y con ese… no se falla.
Poco a poco fui armándome de paciencia, virtud de la que carecía pues yo era una de esas personas que siempre van a la carrera, sin tiempo para nada, es decir, sin tiempo para valorar precisamente eso: el tiempo. Tiempo que pasa y no apreciamos, vida bella que se nos va por no contemplarla en su grandeza y totalidad, tiempo perdido en el vacío existencial de algo como mejor situación social, dinero, casa, coche… y así vamos perdiendo todo eso que se nos ofrece diariamente con solo abrir los ojos con cada amanecer: un paisaje, una fragancia, el despertar de las flores en primavera… En definitiva, llegué a la conclusión de que la mayoría de nosotros no sabemos vivir.
Perder un sentido, en mi caso, ha sido ganar otros muchos. Tuve que cambiar algunas cosas en esa hoja de ruta que nos planteamos en la vida y adaptar la mayoría a las nuevas disposiciones que se me avecinaban. No fue tan difícil, quizás por las herramientas que tenía a mi favor. La familia, los amigos, la voluntad, las ganas y el esfuerzo hacen el resto.
Bueno…, por supuesto que tenía claro cual era un pilar fundamental en esta tarea: LA CARRERA.
Una de mis preocupaciones principales era cuando me iba a dejar correr el médico y eso que tenía los puntos recientes. Me moría por correr. Yo sabía que correr me daría esa fuerza para afrontar los retos que tenía por delante. Necesitaba generar esas endorfinas cuanto antes.
Lo primero que hice fue buscar por internet una buena máquina de correr, todo al mismo tiempo que aprendía a manejar mi ordenador con el programa de voz. Al principio no me dejaban solo ni para ducharme, se creían que me caería o me rompería cualquier cosa; en cierto modo llevaban razón porque me daba muchísimos golpes .
Me compré la cinta de correr y algunos pensaban que no la llegaría a usar. Claro que a cabezón no me gana nadie…
Los comienzos fueron durísimos. Tenía que estar muy concentrado, pues una de las primeras cosas que ocurren al quedarte ciego es que te mareas muchísimo y no vas recto nunca. Hay que ser una especie de murciélago y usar los oídos para centrarte. No era capaz de correr ni a siete minutos el km. “Con tesón y fuerza de voluntad se consigue todo”, me decía una y otra vez .
Así fue hasta que conseguí correr con el mp3 en los oídos.
CAPITULO 3. MIS PRIMERAS CARRERAS Y EL SUEÑO
Cuando el médico me dejó correr -¡ah no!, que no me dejaba aún- empecé a salir a correr de nuevo con el grupo Salvaje y la figura de Luis, tuvo mucho que ver pues se ofreció para llevarme de guía, sin tener ni idea de como hacerlo y con una gran valentía por parte de los dos.
Un poco antes de empezar a correr, recibí una visita inesperada en mi casa, organizada por Javi, del Bikila Toledo. Se trataba del gran JULIO REY , que llegaba de batir el record de España de Maratón en Hamburgo . Yo no le conocía de nada , pero le admiraba y eso lo sabía mi gran amigo Javi. Vino a verme para darme ánimos. ¡El tío acababa de llegar de Hamburgo! y en vez de acudir a los medios de comunicación lo que hace es coger el coche, hacerse cien kilómetros y visitar a un chico que se acaba de quedar ciego. ¡Que grande eres Julio y que grande es este deporte!
Bueno…, como me sentaría la visita que ya nos estábamos inscribiendo el Maratón de Roma sin haber empezado a entrenar.
Luis y yo aprendimos juntos a ser guía y ser guiado. Lo mejor es que algunos fines de semana ya salía a correr en el exterior de mi cuarto donde tenía la máquina y para mi eso era fantástico, aunque muy duro.
Mi primera media maratón fue la de Getafe. 21.195 metros que se me hicieron eternos desde el primer kilómetro. Me mareaba en las rotondas, era increíble, aunque guardo un recuerdo muy bonito y que me impresionó sobremanera: de pronto, ENTRAMOS EN UNA CALLE PEATONAL UN GRUPO DE UNOS VEINTE CORREDORES QUE MARCHÁBAMOS AL UNÍSONO, ERA UNA MAÑANA FRÍA DE ESAS DEL MES DE FEBRERO MADRILEÑO Y LLOVIZNABA. LA MUSICALIDAD QUE SE DIO EN ESA CALLE CON EL PISAR DE VEINTE PARES DE ZAPATILLAS AL MISMO TIEMPO, LAS RESPIRACIONES DE LOS CORREDORES Y EL SONIDO DE LAS GOTAS EN LOS
CHARCOS YA FORMADOS ERAN UN CONJUNTO DE FENÓMENOS QUE PERCIBÍ POR PRIMERA VEZ Y FUE MARAVILLOSO.
Aquí es cuando me di cuenta de las otras formas de ver la carrera: no todo era sufrimiento, es decir, cuando vas corriendo tus ojos se distraen con el paisaje, el colorido de las calles, los colores de los corredores… Cuando no ves has de encontrar todo esto para que la carrera no se te haga tan larga y tener ese aliciente que te falta.
Hasta aquí todo parecía ir bien, ya sabía correr sin ver, pero me faltaba algo muy importante para mi: LA COMPETICIÓN.
CAPÍTULO 4. LA COMPETICIÓN: SENSACIONES Y METAS
Un día estaba sentado en el tresillo del salón de mi casa viendo las paralimpiadas de Pekín, que debieron ser espectaculares, me dije “yo puedo estar ahí”. Yo aún corría sin objetivos, el caso era disfrutar de este deporte o, por decirlo de otro modo, quitarme el “ mono”. Como ya había decidido que quería estar en Londres 2012 y mi guía ya no me podía acompañar, pensé que si me quería dedicar a esto tendría que entrenar mucho y además buscarme un buen guía. ¿Quién iba a servirme de guía y se iba a prestar a tal locura?
Se me metió en la cabeza que antes de decírselo a nadie yo tendría que dar la talla de alguna manera y no se me ocurrió otra cosa que prepararme por mi cuenta la media maratón de mi ciudad, Talavera de la Reina. Mucho esfuerzo me costó empezar a hacer series y toda la metodología que lleva entrenar para una marca decente, que en mi caso se trataba de comprobar si era capaz de volver ha realizar mis marcas anteriores. Comprobé enseguida que sí era posible intentarlo y empecé a pensar en un guía de calidad que se atreviese a tal aventura.
Yo siempre he admirado a un gran corredor de mi ciudad con el que además fui al colegio. Aunque no teníamos contacto desde hacía años era conocedor de su buen corazón y de eso me aproveché. Contacté con él, le propuse ser mi guía y le hablé de ir a Campeonatos de España para probarnos. Por mi parte le prometí esforzarme al máximo ya que para mi era un honor tener un guía de tanta calidad. Juan Antonio Araujo, se llama esta excelente persona.
Corrimos la media maratón de Talavera y la terminamos en una hora y veinticuatro minutos. La verdad es que fue un éxito, pues él estaba muerto de miedo por si nos caíamos.
Juanan me hace dar siempre un poquito más de mí. Él conoce a la perfección hasta dónde puedo llegar y me revienta en cada entrenamiento, pero siempre con conocimiento de causa. A él le debo gran parte del éxito conseguido en los Europeos y en todos los campeonatos a los que hemos acudido.
Juanan me puso en contacto con el que hoy es mi entrenador:
David Rodriguez García. Los dos, junto con la otra persona que se encarga de mi salud, Javier Núñez, SON LOS ENCARGADOS DE QUE LAS COSAS VAYAN SALIENDO POCO A POCO.
Pronto empecé a saber en el lío en que me había metido: nunca había entrenado así y es que el deporte de alta competición es muy exigente, incluso hasta la extenuación.
Correr para competir estando ciego es distinto totalmente que para alguien que ve y no sólo por la parte fisiológica, que es evidente, sino más bien por la psicológica. Trataré de explicarme:
Antes cuando corría alguna carrera popular siempre lo hacía con el objetivo de intentar mejorar las marcas y para ello me servía de referencia primero el GPS para saber a cuanto marchaba el kilómetro, luego usaba lo típico en carrera: ahora voy a por el del polo rojo, o bien, voy a ver si cojo a aquel grupo que parece que marcha a buen ritmo. De esta manera vas ganando posiciones, la carrera se te va haciendo más amena y cuando te das cuenta llegas a meta. Estando ciego eso no te ayuda mucho pues pierdes las referencias visuales y debes emplear otras técnicas que vas pillando poco a poco. Por ejemplo, visualizar a los demás corredores mentalmente incluso poniéndoles cara, color de piel, traje y todos los detalles que se puedan imaginar. Escuchas su respiración y sabes como van, ves sus caras de sufrimiento incluso con el sonar de sus pisadas. Analizas incluso al propio guía y sabes qué tal anda y, en mi caso, es evidente que la respuesta es casi siempre la misma: va sobradísimo, si no es así es que se ha lesionado o algo no va bien.
Cuando corro en mi cinta, me imagino corriendo por todos los lugares que lo hice antes, equiparo las distancias en minutos a los metros que tenía. Por ejemplo, si volvía para casa y faltaban tres kilómetros, lo paso a tiempo, según al ritmo en que vaya, es decir, acabo de pasar por el chopo del canal, me quedan dos kilómetros y ya estoy viendo el cruce de la carretera de San Román, “venga, venga, sube el ritmo que lo tienes hecho”.Es increíble, pero en mi realidad virtual, veo como va pasando todo más rápidamente, la sensación del sudor sobre mi frente y esa ráfaga de viento que a veces se cuela por las rendijas de mi ventana me van dando la sensación de velocidad, al mismo tiempo que con el dedo índice le voy dando a la tecla de subir la velocidad. Muchas veces me lo paso bomba, aunque otras muchas sufro muchísimo.
Me encanta correr, no se vivir sin eso, me emociono corriendo, de tal manera que a veces se me caen las lágrimas de felicidad, se me ponen los pelos de punta y cuando esto pasa es una explosión de alegría indescriptible. Creo que esto sólo podemos apreciarlo todos los que corremos.
CAPÍTULO 5. LA ÚLTIMA GRAN AVENTURA
Este año ha sido tremendamente gratificante. A través de la Fundación Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha, se me dio la oportunidad de poder asistir al Maratón del Sahara y formar parte junto con otros corredores con diferentes discapacidades Del grupo del RETO 2009. Tuvimos que prepararnos a conciencia, pues el Maratón del Sáhara es una de las pruebas más duras del mundo, por la temperatura, las tormentas de arena y sobre todo por la dificultad del terreno.
Para ello me estuve entrenando en una habitación de tres metros cuadrados con una temperatura media de veintinueve grados, que en la actualidad acabo de dejar, pues ahora entreno en el balcón de mi casa. La temperatura no era problema para mi, pero si el terreno. Con el fin de mejorar nuestra puesta a punto, fuimos a participar en el Cross de San Sebastián de los Reyes en pleno invierno. Aquel terreno parecía un patatal inundado y con los bordes llenos de nieve. Mejor imposible, pensamos… Fue muy divertido, patinazos, caídas amortiguadas por semipiscinas naturales, es decir charcos de barro. En fin, que pasamos un día muy divertido realmente.
La aventura del Sáhara, me brindó la posibilidad de formar parte del Club Paralímpico de Castilla la Mancha y claro está que para mi es un auténtico honor formar parte de tan gran institución. Sólo tengo palabras de agradecimiento, pues gracias a ellos he podido conseguir muchas cosas en muy poco tiempo. Una de las primeras cosas que hicieron por mi fue comprarme una cinta de correr más potente, pues la mía se me había quedado pequeña. La que tengo en la actualidad alcanza los 24 kilómetros/h. mientras que la otra no pasaba de 19, además ya me había cargado el motor de la mía y de la del gimnasio.
Gracias a los resultados que fuimos obteniendo, el seleccionador de atletismo de la Federación Española de Deportes para Ciegos nos llamó para participar en 3L Campeonato de Europa. No me lo podía creer, a los Europeos… Para nosotros era un premio muy grande, además de tener el honor de representar a tu país nada más y nada menos… ¡Esto si es una gran aventura!
Una carrera de sensaciones
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